Vejez, divino tesoro

Cada día hay más eufemismos: tercera edad, segunda madurez, adultos mayores… Si dividiéramos la vida en tercios, a partir de los 60 años comenzaría la etapa final, de incierta duración.

   Es una época habitual de reseña, balance de lo vivido. Tiempo de recuerdos, de lindos momentos y de los otros. Instancias de nostalgias felices y también de arrepentimientos.

   Con la vista en el espejo retrovisor se analiza lo sembrado (o intentado) y cosechado. La calidad y durabilidad de los frutos logrados. Los resultados materiales y, lo realmente trascendente, las alternativas humanas que los hechos e intenciones convirtieron en realidad.

   Al pasar por el tiempo, que de eso se trata la vida, se sueña, proyecta, desarrolla y, con un poquito de viento a favor, se llega a destino. Los eslabones de esa larga cadena son pequeños mojones que marcan la ruta recorrida, con rectas alfombradas, curvas inesperadas, y con los infaltables pozos de la realidad.

   Esta etapa de la existencia tiene sus perfiles a favor y en contra. Entre los primeros está la tan meneada experiencia, que según el cristal de quien la mire suele ser injustamente depreciada o exageradamente valorada.

   En estos tiempos de vértigo excesivo, comunicaciones abreviadas e impersonales, la experiencia quedó relegada a un lugar nostálgico. Pese a ello, a veces los hechos confirman que algunas de las vivencias pasadas merecían haber sido tenidas en cuenta. Tarde piaste (al buscador millennials y centennials). 

“No hay propiamente edad para la vejez; se es viejo cuando se comienza a actuar como viejo” (George Clemenceau, médico, periodista y político francés).

   Cuando se exprime la memoria, ayudada por imágenes que aún no contaban en su origen con la actual tecnología como aliada, se revive una película extensa e intensa, pero que paradójicamente parece haber sido sólo un cortometraje. ¿Todo esto pasó? ¿Y cómo no me detuve para saborear cada secuencia? Ahí aparecen las llamadas lagunas, olvidos o vacíos que, por suerte, los archivos reponen en tiempo y espacio.

El  ”viejismo”

   “A mis 81 años pertenezco al grupo sujeto a discriminación más numeroso en Argentina. Somos nueve millones de ancianas y ancianos que sufrimos el acoso del “viejismo”, es decir, el extendido y secular prejuicio ante la vejez, que homologa a la ancianidad como una enfermedad incapacitante y a la postre letal, que hace que las personas mayores seamos consideradas inactivas (la clase pasiva), monotemáticas, vulnerables, aburridas, habitualmente una carga afectiva y económica para sus familias”, afirmó Guillermo “Pacho” O’Donnell, escritor, médico especializado en psiquiatría y psicoanálisis, político e historiador argentino, en un “alegato contra el viejismo”, publicado en diciembre de 2022 en Página 12. 

   Más adelante explica que “la ancianidad ‘amenaza’ con la muerte. Nos recuerda que todos vamos a morir a pesar de los esfuerzos por negarlo con cirugías, tinturas y botox. Según Platón, la filosofía consiste en aprender a morir. La ciencia brega por alcanzar la inmortalidad, aunque por ahora solo ha logrado prolongar la vida de los mayores. Y las religiones se afanan en prometernos otras vidas, una forma de inmortalidad que requiere una asombrosa fe en algo jamás comprobado”.

“Muchas personas no cumplen los 80 porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los 40” (Salvador Dalí, pintor y escultor español).

   En otro segmento de su análisis O’Donnell sugiere que “es necesario integrar la muerte a la aceptación de nuestra condición humana. Aceptar que la muerte da sentido a la vida. Naturalizar la muerte, resignarse a ella, incorporarla como una contingencia más de la vida, valorizar el tiempo del que disponemos. Eso es perder o disminuir el rechazo a la vejez”.

   Luego, el destacado escritor e historiador argentino nos interpela: “En estos tiempos de combate contra la discriminación a la mujer, a la homosexualidad, a la diversidad sexual, a la obesidad y demás, debemos incorporar acciones contra el ‘viejismo’, la discriminación a la vejez, y en particular la que victimiza a la mujer anciana, sujeta a un doble acoso, por ser anciana y por ser mujer”.

    Hoy “la tercera edad” abarca desde los 65 a los 80 años, y la “cuarta” de los 80 a los 95. “Pronto será habitual transitar la quinta edad” anticipa O’Donnell, autor de “La nueva vejez”. “Por obra de la ciencia creció la expectativa de vida –concluye-, no así la valoración de la vejez, que puede ser una etapa dinámica, creativa y placentera, si es que no hay obstáculos graves de salud o dificultades generadas por la pobreza y la exclusión social”.

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Diccionario “tercera edad”.

Senectud: 60 a 70 años

Vejez: 70 a 90 años.

Ancianidad: más de 90 años.

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Envejecimiento exitoso

¿Cuáles son las claves para un envejecimiento “exitoso” u óptimo?

   Esa pregunta fue la que precisamente se propuso responder un estudio de la Universidad de Toronto, Canadá, que hace foco en los factores relacionados con el bienestar a medida que envejecemos. Para lograrlo, los investigadores siguieron la trayectoria de más de 7000 canadienses de mediana edad y mayores, durante aproximadamente tres años, con un enfoque “basado en la fortaleza en lugar de en el déficit”.

   «Nuestros hallazgos están en consonancia con otros estudios que han encontrado que la obesidad estaba relacionada con una variedad de síntomas físicos y problemas cognitivos y que la actividad física también desempeña un papel clave en el envejecimiento óptimo», afirma David Burnes, coautor del estudio.

   “Aunque nuestro estudio no brinda información sobre por qué los bajos ingresos son importantes, es posible que los ingresos inadecuados provoquen estrés y también restrinjan las opciones saludables, como una nutrición óptima”. 

   Estudios previos ya habían mostrado que dejar de fumar en la vejez podría mejorar las estadísticas de supervivencia, la función pulmonar y la calidad de vida; reducir las tasas de eventos coronarios y reducir los síntomas respiratorios. Este nuevo estudio encontró que a los exfumadores les fue tan bien como a los que nunca habían fumado, lo que subraya que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar.

“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad” (Gabriel García Márquez, escritor colombiano).

   La investigación también destaca que participar de actividades que involucren el cuerpo e impliquen actividad física es sumamente importante para mantener una buena salud en la edad adulta: los adultos mayores que realizaban actividad física de moderada a extenuante tenían entre un 35 % y un 45 % más de probabilidades de envejecer bien, respectivamente.

“La vejez no es tan mala cuando consideras la alternativa” (Maurice Chevalier, intérprete francés).

    Por último, destaca que dormir bien es un factor importante a medida que envejecemos. Los problemas del sueño socavan la salud cognitiva, mental y física. 

El tiempo

     “Ciertamente, a los viejos les queda menos tiempo”, como sagazmente respondió un periodista español a cuáles creía que serían los grandes rasgos del reinado de Carlos III de Inglaterra: “sin dudas, más corto que el de su madre”, recuerda el español Carlos Álvarez Teijeiro, profesor de Ética de la Comunicación.

    “Y menos tiempo significa que se reduce el horizonte de la promesa.    Sin embargo, aun así, es muy probable que –honrando sus promesas- los viejos sean dueños del futuro que les queda, al menos en tanto la vulnerabilidad no lo haga imposible por completo, pues ya se sabe que ‘nacemos y morimos demasiado pronto: nacemos cuando aún no sabemos cómo vivir y morimos justo cuando empezábamos a vivir como sabemos’, como afirma el pensador español Daniel Innerarity”.

“La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de muerte, todos los placeres de la juventud” (François Rochefoucauld, escritor francés).

Prepararse y ocuparse, no preocuparse

    “Envejecer no es una enfermedad, pero es parte de la vida. Porque la vida misma es envejecer. Lo que ocurre en nuestra sociedad es que el tema del paso del tiempo es muy crítico”, afirma el argentino Diego Bernardini, médico de familia y gerontólogo.

    “Hay cosas que se pierden. Perdés fuerza, velocidad, pero aumentás la comprensión, la perspectiva, tomás mejores decisiones. Para crear necesitás experiencia, reflexión, y eso se logra con el tiempo. Pérdidas y ganancias son parte de la vida y existen siempre. Hoy el grupo de personas mayores es el más educado, conectado y comunicado, y quiere ser partícipe”, agrega.

    “La jubilación es un invento para el siglo 20. Hoy a una persona de 64 años le queda por delante una expectativa de vida de 20 años. En la Argentina los mayores de 70 años (que pueden optar por no sufragar) son cuatro millones de votos. Esos datos no se conocen y los políticos no les hablan. Las personas mayores quieren seguir participando y no se les da la oportunidad. Ese es el chip que hay que cambiar”, exhorta Bernardini.

“Si seguís cumpliendo años te vas a morir” (Humor negro anónimo).

    “Cuando en los estudios se les pregunta a las personas en qué momento sus vidas literalmente empiezan a ser una mierda, dicen que eso ocurre cuando comienzan a necesitar de un tercero que lo ayude para las actividades básicas de la vida diaria. Cuando necesitás una persona que te ayude a salir de la cama, te traiga la ropa, te acompañe al baño, te prepare el desayuno y te dé de comer, ahí la vida pasa a ser una mierda. Entonces el punto es que eso lo evitás con salud”, aconseja.

    Por último, Bernardini advierte que “hay que empezar a plantearse la vejez mucho antes de llegar a la jubilación. Esto se inicia en los 40 largos o en los 50 cortos, en lo que yo llamo ‘la segunda mitad’, que es cuando te salieron canas, en el trabajo te empezás a sentir amenazado por los jóvenes y en la calle te preguntan ‘señor, qué hora es’. Y vos decís, ¿cuándo me convertí en señor? Ahí empieza a haber un revoltijo mental que ya te pone en alerta”.

Mirar hacia adelante

    Como bien apunta el profesor Teijeiro, “los viejos son dueños del futuro que les queda”, por lo que en uso de sus facultades son los únicos responsables de sus decisiones, para bien o para mal. Y ahí está la clave de esta etapa de la vida, donde quieren y deben ser partícipes de la realidad cotidiana que los atañe, porque la mayoría están conectados y actualizados. La globalización y la tecnología han permitido que los mayores se subieran al tren de la última modernidad –muchas veces empujados y ayudados por sus descendientes-, y desde allí continúan integrados al presente vigoroso, proyectando y, por qué no, soñando con nuevas metas y concreciones.

     Los cuatro millones mayores de 70 años que señala el Dr. Bernardini, no sólo son un caudal de potenciales votantes que envidian numerosos políticos (la mayoría de los cuales, salvo en campaña, no los registran en sus acciones), sino que en gran número son una valiosa fuente de conocimientos y experiencias para tener en cuenta al emprender y desarrollar proyectos de la más diversa índole.

     Por todo eso, y adhiriendo a la “cruzada contra el viejismo” del Dr. O´Donnell, siempre hay que estar atentos y con reflejos para luchar y rechazar la discriminación a la vejez. ¿Cómo? Fundamentalmente viviendo. Haciendo todo lo que esté al alcance, y algo más también, y que siempre fue y es parte de la vida. Desde lo intelectual y cultural, hasta lo físico en las dosis adecuadas.

      El camino ya es más estrecho y, posiblemente, más corto, pero el estar vivo debe primar por sobre todas las cosas. Sólo mirar hacia atrás cuando los recuerdos felices lo requieran. De lo contrario, siempre la vista puesta adelante, planeando y ejecutando pasos al frente, con la sabiduría y experiencia que los años cargaron en la mochila, cuyo contenido es gratificante compartir y regalar.

Ahí está gran parte del tesoro de la vejez, el resto es la vida misma.  

Diciembre 2023